13.12.10

Máquina a la inversa

Por: Ingrid Cordero

La vida en el modernismo va rápido y los objetos pierden cada vez más su valor. En la moda, la ropa se consume de inmediato, de bajo costo y un lapso de vida corto. Las imágenes nos bombardean por doquier como parte de la manipulación mediática, y así editoriales de moda, blogs y publicidad se diluyen y expiran al tiempo que se consumen. Referencias atractivas, pero sin contenido; la misma cultura de derroche que tienta peligrosamente contra el desarrollo de un país tercermundista como el nuestro y nuestra naturaleza.
Un paso más allá de la nube negra, hay esfuerzos de diferentes procedencias por construir nuevos modelos que otorgan al trabajo del diseñador y su público un nuevo valor, convirtiendo el vestir no sólo en un momento fortuito sino en un acto de muchos momentos, en un proceso de transformación.
Otto Von Busch es un diseñador con objetivos distintos. Von Busch redefinió el término Hacktivism aplicado a la industria de la moda, y compara su idea con los fanáticos de “Slash Fiction” de series como StarTrek, quienes reescriben y reinterpretan sus episodios favoritos explotando otras posibilidades de la narrativa. Estos nuevos métodos convierten al antes pasivo consumidor en una especie de coautor del proceso de diseño en este caso.
El Hacktivism se compone de dos conceptos de origen distintos: Hacker, relacionado a los famosos terroristas cibernéticos, y Activism, con un objetivo más político y social. Su tesis tiene como objetivo la crítica y la reforma del sistema operativo de la industria de producción, creando nuevos conectores entre la gran industria y el llamado D.I.Y. (“do it yourself” o “hágalo usted mismo”)
Dale Sko Hack resulta un ejemplo de co-creación a nivel industrial conformada por seis diseñadores que “hackearon” la producción industrial de una pequeña empresa de zapatos en una zona rural de Noruega con el fin de transformarla. Las ventas de la fábrica estaban disminuyendo y gradualmente el número de trabajadores también. Los diseñadores lanzaron nuevos prototipos de zapatos, trabajando en conjunto con los empleados quienes podían influir y desviar el proceso si lo consideraban oportuno. Un modelo de colaboración transversal entre productor y diseñador dentro de un sistema relativamente pequeño como podría ser Costa Rica.
En una escala distinta, están también métodos que conciernen más a la ética de eco-eficiencia de cada diseñador como la reutilización de materiales en el taller, o el zero waste design donde el proceso de patronaje intenta dar utilidad a metros cuadrados completos de tela para evitar producir desperdicios. Otra muestra son los cafés de costura (Stitch&Bitch) que invitan al público en general a coser ellos mismos su ropa bajo supervisión profesional, al mismo tiempo que pasan un rato agradable en el taller.
En un grado más artístico, proyectos como The do shirt promueve la cooperación y interacción de los usuarios para hacer su propia interpretación del producto, estimulando también a la segunda etapa del proyecto: la exhibición “do shirt”; o Reform project, donde una vez más Otto Von Busch, recopila métodos de rehacer nuevas piezas a partir de ropa de segunda mano, concibiendo colecciones de libros de técnicas y no de más ropa. 
Muchos de estos modelos mencionados se relacionan de forma grata al fenómeno llamado Open-Source, de acceso libre en Internet (blogs, Wikipedia y youtube por ejemplo) que ha dejado el paso libre a la información, materiales, comunidades y alianzas con otros procreadores de usuarios para tornar el proceso en algo más que una tendencia.
Todos estos activistas creativos gradualmente comienzan a tener un papel importante en la sociedad y economía, ya que no sólo son agentes de cambio, sino que integran actividades con estándares de calidad profesionales creando conexiones a un modo de producción que podría facilitar la sostenibilidad en sistemas locales.
Y es que mientras en las principales capitales del mundo se apoyan las nuevas propuestas de modelos de consumo y las filosofías de diseño con compromiso social y ecológico, ¿por qué Costa Rica en su surgente industria debería asumir el más convencional y decadente de todos? Pensar que desarticular el sistema sea la solución no es válido porque claramente no existe una sola acción que lo logre, sin embargo sí diferentes variantes que buscan modificarlo desde adentro.
Nuestra debilidad como industria, podrían ser nuestro mejor aliado en la búsqueda de soluciones de sistemas que contribuyan a esta cadena de sucesos. Finalmente, la intención principal de un Activista en el sector de la moda debería ser traer de vuelta la pasión por la confección, sustentado por verdaderos aportes, o como mejor resume el diseñador Yohji Yamamoto: “encontrando la esencia de un objeto en el proceso de su fabricación”


Columna publicada en la tercera edición de la revista LOLA, Costa Rica. Noviembre-Diciembre 2010.

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