La vida en el modernismo va rápido y los
objetos pierden cada vez más su valor. En la moda, la ropa se consume de
inmediato, de bajo costo y un lapso de vida corto. Las imágenes nos bombardean
por doquier como parte de la manipulación mediática, y así editoriales de moda,
blogs y publicidad se diluyen y expiran al tiempo que se consumen. Referencias atractivas,
pero sin contenido; la misma cultura de derroche que tienta peligrosamente
contra el desarrollo de un país tercermundista como el nuestro y nuestra
naturaleza.
Un paso más allá de la nube negra, hay esfuerzos
de diferentes procedencias por construir nuevos modelos que otorgan al trabajo
del diseñador y su público un nuevo valor, convirtiendo el vestir no sólo en un
momento fortuito sino en un acto de muchos momentos, en un proceso de
transformación.
Otto Von Busch es un diseñador con objetivos
distintos. Von Busch redefinió el término Hacktivism aplicado a la industria de la moda,
y compara su idea con los fanáticos de “Slash Fiction” de series como StarTrek, quienes reescriben y reinterpretan
sus episodios favoritos explotando otras posibilidades de la narrativa. Estos
nuevos métodos convierten al antes pasivo consumidor en una especie de coautor del
proceso de diseño en este caso.
El Hacktivism se compone de dos conceptos de origen distintos: Hacker, relacionado a
los famosos terroristas cibernéticos, y Activism,
con un objetivo más político y social. Su tesis tiene como objetivo la crítica
y la reforma del sistema operativo de la industria de producción, creando
nuevos conectores entre la gran industria y el llamado D.I.Y. (“do it yourself” o “hágalo usted mismo”)
Dale
Sko Hack resulta un ejemplo de co-creación
a nivel industrial conformada por seis diseñadores que “hackearon” la
producción industrial de una pequeña empresa de zapatos en una zona rural de Noruega
con el fin de transformarla. Las ventas de la fábrica estaban disminuyendo y
gradualmente el número de trabajadores también. Los diseñadores lanzaron nuevos
prototipos de zapatos, trabajando en conjunto con los empleados quienes podían influir
y desviar el proceso si lo consideraban oportuno. Un modelo de colaboración
transversal entre productor y diseñador dentro de un sistema relativamente
pequeño como podría ser Costa Rica.
En
una escala distinta, están también métodos que conciernen más a la ética de
eco-eficiencia de cada diseñador como la reutilización de materiales en el
taller, o el zero waste design
donde el proceso de patronaje intenta dar utilidad a metros cuadrados completos
de tela para evitar producir desperdicios. Otra muestra son los cafés de costura
(Stitch&Bitch) que invitan
al público en general a coser ellos mismos su ropa bajo supervisión profesional,
al mismo tiempo que pasan un rato agradable en el taller.
En
un grado más artístico, proyectos como The do shirt promueve la cooperación y interacción de los usuarios para
hacer su propia interpretación del producto, estimulando también a la segunda
etapa del proyecto: la exhibición “do shirt”; o Reform project, donde una vez más Otto Von Busch, recopila métodos de
rehacer nuevas piezas a partir de ropa de segunda mano, concibiendo colecciones
de libros de técnicas y no de más ropa.
Muchos de estos modelos mencionados se
relacionan de forma grata al fenómeno llamado Open-Source, de acceso libre en Internet (blogs,
Wikipedia y youtube por ejemplo) que ha dejado el paso libre a la información, materiales,
comunidades y alianzas con otros procreadores de usuarios para tornar el
proceso en algo más que una tendencia.
Todos
estos activistas creativos gradualmente comienzan a tener un papel importante
en la sociedad y economía, ya que no sólo son agentes de cambio, sino que
integran actividades con estándares de calidad profesionales creando conexiones
a un modo de producción que podría facilitar la sostenibilidad en sistemas locales.
Y es que mientras en las principales capitales
del mundo se apoyan las nuevas propuestas de modelos de consumo y las
filosofías de diseño con compromiso social y ecológico, ¿por qué Costa Rica en
su surgente industria debería asumir el más convencional y decadente de todos? Pensar
que desarticular el sistema sea la solución no es válido porque claramente no existe
una sola acción que lo logre, sin embargo sí diferentes variantes que buscan
modificarlo desde adentro.
Nuestra debilidad como industria, podrían ser
nuestro mejor aliado en la búsqueda de soluciones de sistemas que contribuyan a
esta cadena de sucesos. Finalmente, la intención principal de un Activista en
el sector de la moda debería ser traer de vuelta la pasión por la confección,
sustentado por verdaderos aportes, o como mejor resume el diseñador Yohji
Yamamoto: “encontrando la esencia de un objeto en el proceso de su fabricación”
Columna publicada en la tercera edición de la revista LOLA, Costa Rica. Noviembre-Diciembre 2010.